miércoles, 2 de enero de 2008

La Castidad: Una Guía para los Jóvenes



LA CASTIDAD

UNA GUÍA PARA LOS JÓVENES


Originalmente publicada bajo el título de Juventud Moderna y Castidad



por Gerald Kelly, S.J., A.M., S.T.D. ex-Profesor of Teología Moral en St. Mary's College, St. Mary's, Kansas
con la colaboración de B. R. Fulkerson, S.J., A.M., S.T.L. and C. F. Whitford, S.J., A.M., Ph.D.


[Nota: St. Mary's College fue una vez un gran colegio jesuita en el Medio-Oeste. Ha cerrado, pero las enseñanazas morales de la Iglesia siguen viviendo, y en este escrito han sido traducidas en recomendaciones especìficas para los y las jóvenes – no sólo Católicos, sino también para cualquier persona religiosa seria que busque llevar una vida de castidad que lleve a un matrimonio feliz.]




INTRODUCCIÓN


En el verano de 1940 un grupo de aproximadamente 50 Padres Jesuitas se reunieron en Campion, Prairie du, Wisconsin, para la Convención anual de la Midwest Section de EL INSTITUTO DE EDUCACIÓN RELIGIOSA. En el curso de esa convención de 1940 los miembros del Instituto (mayormente consejeros estudiantiles y profesores de Religión en universidades jesuitas) discutieron fervientemente la necesidad de un texto sobre castidad adaptado a los requerimientos intelectuales y prácticos de jóvenes chicos y chicas que recién entraban a la universidad. Se acordó que tal libro era necesario; y un comité fue nombrado para planear y preparar el texto. El comité estaba compuesto por el Reverendo Benjamín R. Fulkerson, S.J., A. Al., S. T. L., del Departamento de Religión, Universidad Sn. Luis, Sn. Luis, Missouri; el Reverendo Clarence F. Whitford, S.J., A. AL, Ph. D., del Departamento de Filosofía, Universidad Marquette, Milwaukee, Wisconsin; y el presente escritor. Durante el siguiente año un texto fue preparado, y fue unánimemente aprobado por los miembros del Instituto en la Convención de 1941. El texto, tal como fue aprobado, fue usado experimentalmente durante el siguiente año y medio. La siguiente edición impresa es substancialmente la misma.

En la preparación del libro el comité buscó dar a los jóvenes de aproximadamente edad un iversitaria una presentación clara y adecuada de la enseñanza moral Católica sobre la castidad. Ya que presumimos que la mayoría de los lectores a quienes el libro iba dirigido eran solteros, limitamos nuestro tema casi exclusivamente a la castidad extra-marital, y en nuestras ilustraciones y aplicaciones prácticas hicimos frecuentes referencias a preguntas de gran interés y beneficio para la juventud de hoy: como por ejemplo, los besos, las lecturas, la conversación, el entretenimiento y la pureza de pensamiento.

Sin embargo, no deseamos limitar nuestro tratamiento del tema de la castidad a la solución de casos prácticos. Debido a los puntos de vista radicales sobre la pureza que prevalece en nuestro “mundo moderno” nuestro jóvenes necesitan ser instruídos en las obligaciones de la castidad y de tener una profunda apreciación de los motivos, los motivos Cristianos concretamente, que son calculados para inspirar a alguien en la práctica de la virtud de la castidad. Hemos incluído capítulos que tratan específicamente estos puntos. Aún más, ya que las obligaciones e ideales sobre la castidad pueden ser difícilmente entendidos de manera completa sin algunas consideraciones de las preguntas más generales sobre la amistad, compañía entre ambos sexos y el amor, hemos introducido el tratamiento de la castidad en diversos capítulos sobre Amistad y Atracción Sexual.

La edición experimental de este libro fue titulada “Castidad y Juventud Católica”. Durante el período de experimentación fue usado como material de enseñanza en muchos colegios y universidades durante clases representando una variedad de grupos – estudiantes y religiosos de ambos sexos. Cierto número de consejeros estudiantiles lo usaron también como guía durante su trabajo.

Muchos no-católicos leyeron el documento experimental y lo encontraron útil. Algunos sugirieron que la palabra del libro “Católica” fuera reemplazada ya que daba la impresión a los no-católicos que el texto fuera sólo por Católicos. Nuestros mismos lectores No-Católicos señalaron el hecho que la mayor parte del libro contiene material que sería muy útil para serios No-Católicos, y que incluso las partes exclusivamente Católicas podrían ser al menos informativas, si no inspiradoras. Damos bienvenida a tal propuesta, ya que la preservación de la pureza es seguramente uno de los puntos en los que todas las buenas personas, especialmente aquellos que profesan el Cristianismo, deberían celosamente cooperar.

Para referirnos un poco sobre el autor de este libro, después de que el comité fue reunido por los miembros del Instituto, se acordó que el suscrito debería escribir el libro con la colaboración de los Padres Whitford y Fulkerson. Ambos colaboradores colaboraron en planear el libro y dar críticas detalladas del manuscrito completo.Además al respecto de esta ayuda general, la cual fue extendida a todas las partes del libro, el Padre Whitford fue particularmente útil debido a su conocimiento de la psicología del instinto, y el Padre Fulkerson contribuyó con sus propias notas una amplia lista de sugerencias concretas contenidas en los capítulos V y VI.

En conclusión, el autor desea reconocer una especial deuda de gratitud al Reverendo Francis Hurth, S. J., Profesor de Teología Moral en la Universidad Gregoriana, Roma. Mucho del material en el análisis del instinto sexual contenido en los primeros capítulos de este libro es adaptado de las notas privadas del Padre Hurth que son usadas con su autorización. Un reconocimiento especial también al Padre Bakewell Morrison, S. J., Chairman de la Midwest Section del Institute of Religious Education, por sus ánimos, y el Padre G. Augustine Ellard, Profesor de Teología Ascética en St. Mary’s College, St. Mary’s, Kansas, por su invalorable crítica.




TABLA DE CONTENIDOS

Introducción
Capítulo Uno: La Amistad Verdadera
Capitulo Dos: Atracción Sexual General
Capítulo Tres: Atracción Sexual Personal
Capítulo Cuatro: Atracción Sexual Física
Capítulo Cinco: Elección de una Pareja para el Matrimonio
Capítulo Seis: “Des-enamorándose”
Capítulo Siete: El Plan Divino de Reproducción
Capítulo Ocho: El significado de Castidad
Capítulo Nueve: La Ley de Dios de la Castidad
Capítulo Diez: Principios de Moral Prácticas
Capítulo Once: Algunas Consideraciones Prácticas
Capítulo Doce: La Belleza de la Castidad
Capítulo Trece: El Celibato



CAPÍTULO I

LA AMISTAD VERDADERA




El propósito principal de esta primera parte del libro está destinada a analizar la psicología de la atracción sexual. Sin embargo, como se verá luego, hay ciertos elementos de atracción sexual que no pueden ser propiamente estimados sin hacer referencia a la más general noción de amistad. Por tanto, es necesario empezar la sección entera con una examen de lo que ésta significa, o por lo menos de lo que debería significar la amistad verdadera. Nuestra experiencia con muchos jóvenes varones y mujeres que leyeron el manuscrito de este libro en un primer momento estaban fuertemente inclinados a negar nuestra descripción de la amistad. Su idea de lo que un amigo era siempre había sido “Me agrada y yo le agrado” y estuvieron descontentos al darse cuenta que tal noción no podía encajarse siempre con las características en las cuales insistimos. Después de una discusión considerable de nuestra parte y mayor consideración de parte de ellos, llegaron en general a la conclusión que estamos en lo correcto.

Es esencial mantener en mente desde el comienzo que nos estamos refiriendo a verdadera amistad, no de una mera fascinación emocional, o pasión ciega o una compañía de mera conveniencia que son generales hoy en día, llevadas de manera placentera por un tiempo y luego muere por su propio peso. La amistad verdadera difiere considerablemente de tales cosas. Un compañerismo podría estilizarse como una amistad verdadera solo cuando posee estas tres cualidades:

1) Es moralmente útil para ambas partes;
2) Hay una base genuina de acuerdo entre ambas partes;
3) Su mutuo amor es caracterizado por un espíritu de sacrificio propio.

Unas cuantas palabras de cada una de estas cualidades asentarían una sólida base para la primera parte de este libro. Hasta el punto presente está bien omitir alguna aplicación especial de amor entre ambos sexos. Estas tres cualidades distinguen la verdadera amistad donde sea que es encontrada, sea entre personas del mismo sexo o de diferentes sexos. Estas cualidades no han sido elegidas de manera arbitraría o aleatoriamente; son dadas aquí como el resultado de un estudio largo y serio del significado real de la amistad, y con la confianza que cualquier lector meticuloso estaría de acuerdo con la enumeración.



1.1.1 Moralmente Útil


Para poner esto de manera negativa, significa que un compañerismo no es amistad verdadera si es que lleva al pecado, a atribulaciones de conciencia, a un menoscabo de los ideales, a un debilitamiento de la fe, a descuidar la práctica de los deberes religiosos de uno. Tales dañinos efectos morales violan la más elemental idea de amistad verdadera. La amistad es fundada en respeto mutuo, y es imposible tener un respeto sincero por uno que tiene la influencia del veneno en el alma. El amor verdadero busca el bien del ser amado, y este bien nunca es encontrado en el pecado.

La amistad debería tener una influencia positiva en el bien moral. La apreciación del valor del amigo debería inspirar a uno a un valor similar. Ello enaltece y lleva a ambos mucho más cerca de Dios; es una unión en Cristo. Un compañerismo íntimo está llevado a influenciar a ambas partes, y sólo una buena influencia es merecedora de la amistad. Debería haber ayuda mutua para evitar el pecado y una inspiración mutua de la práctica de la virtud.

Esto no significa que al formar nuestras amistades debamos conscientemente buscar un mejoramiento moral, sino que significa que no debemos prolongar conscientemente una compañía que reconozcamos como moralmente mala. No significa que ambos amigos deban tener igual virtud, pero significa que ambos debieran tener una apreciación y voluntad de practicar la virtud y que al menos su influencia en el uno y en el otro no es obstáculo para la práctica de la virtud. Puedes tener un ciego apego por una persona que te aleja de Dios, pero no puedes tener un amor genuino por tal clase de persona “Te amo, así que vayamos juntos al infierno”, es un lenguaje que simplemente no tiene sentido, ya sea expresado por palabra o acción; mientras que por el contrario “Te amo, por eso quiero llevarte al cielo conmigo” tiene un significado pleno.



1.1.2 El Acuerdo

Este punto parecería muy obvio para discutirlo, ya que estamos acostumbrados a pensar en la amistad en términos de intereses comunes, gustos comunes, preferencias similares y así en lo sucesivo. El amigo es aquel a quien recurrimos por simpatía, aliento, consejo útil e inspiración; es aquél con quien compartimos alegrías y penas; él es, en simples palabras, otro yo. Todas estas cosas implican una forma muy especial de acuerdo.

Aunque obvio podría parecer que hay pocos puntos acerca del acuerdo de amistad que podrían nombrarse aquí. El acuerdo, por instancia, es genuino, no artificial. En esto difiere grandemente de la mera fascinación. Si tienes un fuerte apego emocional hacia alguien, algunas veces notarás que te surge que te guste lo que a él le gusta, de querer hacer lo que él quiera, de pensar las cosas como él piensa sobre ellas, mientras que, si fueras honesto, sabrías que en lo profundo de tu corazón la total similitud es artificial, que esa no es tu forma común de vida o de pensar y que no puede durar.

Para saber si el acuerdo de amistad verdadera existe, uno tiene que decidir si existe entre uno y su amigo una base de armonía duradera. Esto no quiere decir que ambos deban tener exactamente los mismos gustos y disgustos naturales. Ese tipo de similitud podría ser incluso destructivo de una amistad verdadera y duradera porque hace las cosas muy fáciles, limita el beneficio intercambiable de puntos de vista y reduce los incentivos de mutuo sacrificio propio peligrosamente hasta cero. El acuerdo ideal de amistad implica la habilidad de trabajar juntos armoniosamente, con la totalidad del acuerdo en las cosas grandes y fundamentales y compromisos agradables en las cosas más pequeñas. Las diferencias de opinión y gustos deberían ser puntos de contacto mental agradable e intercomunicación, y no ocasiones de rompimiento de la amistad.

Normalmente debe haber algún compromiso, alguna clase de acuerdo mutuo respecto a los gustos y disgustos personales, en la amistad. Pocas personas pueden intimar por un período largo de tiempo y tener siempre los mismos deseos al mismo tiempo o ser siempre naturalmente complacientes hacia el otro. Debe haber un compromiso, acuerdo mutuo en pequeñas cosas tales como cómo pasar una noche o cómo decorar una habitación; debe haber una mutua observancia de pequeñas faltas y respeto mutuo de las opiniones divergentes. Pero el compromiso debe ser limitado hacia cosas accidentales. No puede entrar a la esfera de la conciencia. No puede incluir cosas fundamentales tales como el Credo, el Código Moral, Método de Adoración. Al menos para un Católico, el compromiso en estas últimas cosas podría violar la primera regla de la amistad. Esto es una dificultad que algunas veces surge en el momento en que se forma un matrimonio mixto. El No-Católico se hace a veces de la opinión que está siendo tratado injustamente cuando se le pide que prometa el permitir que los hijos sean criados como Católicos. En la realidad, esta es la única forma en que este caso podría ser resuelto sin un compromiso inmoral, para los No-Católicos generalmente concuerdan con el principio que una religión Cristiana es tan buena como otra, mientras que es parte y todo de la fe de un Católico que la suya es la única verdadera Iglesia. Él no podría concientemente permitir que sus hijos sean criados en otra iglesia, mientras que la mayoría de No-Católicos pueden hacer eso sin ir en contra de sus conciencias.

Entre más amplio el campo de intimidad y armonía entre los amigos, más rica y más extensa es su amistad. De esa manera, estando todas las otras cosas por igual, dos santos pueden disfrutar una amistad mucho más rica que la de dos personas ordinarias porque su capacidad de mutuo compartimiento es más profundo. Siendo así, estando todas las otras cosas por igual, una amistad entre dos buenos Católicos es más rica que una amistad que existe entre un Católico y un No-Católico, por la simple razón que el primero tiene un campo mucho mayor de intereses comunes y un lazo más mucho más profundo de simpatía común. Pero, cualquiera sea la escala de su mutua intimidad, los amigos debieran siempre darse cuenta que pueden y deben mantener su amistad viva y hacerla más rica por un constante deseo de reproducir en uno mismo el bien que uno encuentra en el otro. Y esto nos lleva a la tercera cualidad de la amistad.


1.1.3 Sacrificio Propio

No es simple poesía decir que la amistad verdadera involucra una combinación de almas. En cualquier proceso de combinación, cada elemento da algo de sí mismo, de su propia individualidad, y así contribuye al resultado común. La amistad es el resultado de una análoga unión de almas – cada una da lo mejor a la otra. En la práctica, este dar lo mejor de uno significa mantener el sacrificio propio. La amistad no puede durar sin esto.

San Ignacio, hablando de la amistad entre Dios y el alma, da estos dos signos simples del amor de la amistad. Primero, se muestra por más por hechos que por palabras. En segundo lugar, si un amigo tiene buenas cosas, desea compartirlas con el otro. Estas son buenas normas de amistad humana, también; indican la cualidad de dar de uno mismo lo cual es la sal de toda amistad.

Para evitar ser demasiado teóricos, es bueno observar algunos de las muchas maneras prácticas en las cuales el sacrificio propio juega su parte en mantener una amistad viva. Por ejemplo, están los compromisos ya mencionados. Cada compromiso requiere un gracioso y certero “rendir”, y la voluntad de hacer esto es incompatible con el egoísmo. Cuando has conocido a una persona por un largo tiempo, especialmente cuando te asocias con ella de manera íntima, empiezas a darte cuenta de pequeños defectos que podrías no haber percibido al comienzo; algunas veces, debido a los cambios de humor, estos defectos empiezan a “jalarte de los pelos”. Estos momentos pueden ser fatales para la amistad a menos que uno resueltamente aplaste la inclinación de concentrarse en ellos y hacerlos más grandes. O nuevamente, sospechas o celos podrían surgir en la mente. La lealtad necesaria para la amistad exige que esas cosas sean desterradas.

Un amigo debería ser un cobijo en tiempo de angustia, alguien que pueda darte simpatía y aliento, uno que tenga la voluntad de escuchar tanto problemas como alegrías. Son suficientes las veces que no es difícil ejercitar estos buenos oficios de la amistad, pero algunas veces sucede que estas con un humor terrible justo cuando tu amigo necesita ayuda. Preferirías más bien hablar de ti mismo. En esos momentos, la avidez de cumplir los deberes de un amigo alegremente requieren un gran sacrificio propio. Nuevamente sucede que al comienzo de la amistad, ambos son bien espontáneos en elaborar pequeños actos de amabilidad y cortesía: pero la familiaridad de la amistad tiene una tendencia de adormecer este espíritu de atención. Aún así tal atención en pequeñas cosas debe ser mantenida, y hacerlo requiere constante disciplina propia. Finalmente, cada amigo debiera ser una inspiración moral para el otro, y sin ninguna duda el día a día demostrará ser merecedor del otro, ser una ayuda para el otro, hacer demandas constantes en el amor de uno mismo.

La ejemplos que siguen dan una indicación de cómo la amistad es un desprenderse perpetuo y mutuo. Esta necesidad de darse podría ser resumida en pocas palabras: debe haber paciencia con los defectos, rechazo a sospechas, constancia en el servicio, un deseo real y un esfuerzo genuino de entender el uno al otro – en definitiva, la práctica de la regla de oro por ambas partes, especialmente cuando hay mal humor, controversias, malos entendidos. En ellos mismos, estas ocasiones de dificultad son pequeñas, resaltando el hecho de que nosotros seres humanos tenemos varias imperfecciones. Pero la constancia en enfrentarlos y alegremente sobreponerse a ellos requiere una alta cualidad de amor.


1.1.4 Un Amor Racional

Después de la explicación de las tres cualidades de la amistad, debería ser evidente que el amor de la amistad no es un mero emocionalismo, sentimentalismo o atracción. Es un amor racional, un amor humano. Nosotros los seres humanos nos diferenciamos de los animales en que en nuestras mentes podemos ver lo bueno y podemos libremente dirigir nuestros afectos hacia lo bueno. Podría haber o no mucha expresión emocional en nuestro amor; nuestros corazones podrían o no latir violentamente; pero la cuestión esencial, fundamental y humana es que la cabeza tiene que ser usada también. La amistad es básicamente un amor de la mente, Uno ve la bondad, el carácter del amigo, y sobre esa base uno busca la unión.

Quizás deberíamos agregar aquí que al hablar de amistad hemos estado considerando el ideal. Por supuesto, en cualquier amistad definida las cualidades que hemos delimitado admiten el progreso, y podría ser que al comienzo estén presentes sólo de manera imperfecta. Pero deben estar presentes al menos en algún grado; de otra manera dicha amistad difícilmente podría ser llamada verdadera.






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Artìculo obtenido de The Augustine Club de la la Universidad de Columbia, USA. Traducciòn no oficial realizada por Alicia, Enero 2008.